residencia goddard- mandolene

Cuando encuentras una casa de los años 50 para reformar tienes varias opciones:

- ser fiel a ella.

- ir en su contra y revolucionar.

La opción más fácil es revolucionar, sin duda, pero hay honrosos casos como el que nos ocupa, en los cuales alguien es fiel a la esencia de la casa, e inicia una cuidada rehabilitación no sólo de estructura si no también del ambiente y la misma esencia del espacio.

En el exterior, la estructura y forma de la casa me gusta especialmente por el estilo a los Philip Johnson o Mies Van der Rohe, es un rectángulo con ventanas y puertas de suelo a techo, y estructura metálica a la vista. Los únicos materiales utilizados son ladrillo blanco, acero pintado de negro y cristal, pero muy bien modulados. El acabado de esquina es especialmente bonito, los planos horizontales se extienden visualmente, ayudando a rematar mejor los planos acristalados en el ángulo.

Las ventanas de este tipo se pueden colocar siempre y cuando tengamos una distancia adecuada del suelo exterior, de otra forma la suciedad y algunos invitados no deseados podrían colarse.

El interior es como volver a Mad Men, pero con las comodidades actuales, como en la cocina que es espectacular!

Los materiales y colores se complementan perfectamente: blanco, madera, acero, negro, turquesa y verde. La paleta es muy natural, con predominio de colores fuertes y contrastados, y sin estampados. La fidelidad a la época de la casa es alucinante, el mobiliario y los complementos se han elegido con ojo y tiempo, quizás en exceso ya que una nota moderna le hubiera subido el tono, pero la verdad es que no lo necesita para nada.

La chimenea es mi rincón favorito, la forma y construcción son muy bonitas, parece un gran bloque de piedra con fuego en el interior, y las piezas metálicas que la recorren la otorgan una gran ligereza.

Yo me mudaba unos días a vivir en un mundo retro perfecto, es cálido, de escala humana y acogedor, a la par de minimalista y limpio. ¿Os gusta?

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